19 sept 2011

¡Recibimos el 'Premio ALMAFUERTE' (Edición 2011)...!



Ee mi carácter de editor de este blog 'Contracultura Etica', el día sábado 17 de setiembre de 2011 -en Mar de Ajó (Argentina)- recibí el PREMIO ALMAFUERTE en el rubro PAGINA WEB DE CULTURA. El evento, del que participaron estimativamente doscientos cincuenta comunicadores sociales del país, se realizó en un tradicional cine-teatro de esa ciudad. Gracias a la entidad (Organización PROA) que promueve todos los años este reconocimiento. Gracias al jurado que me seleccionó. Gracias a mis lectores. Fraternalmente saludo a todos y todas... ¡Soli Deo Gloria!

3 ago 2011

¿"Más información, menos conocimiento"?

Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.
Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: "Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo".
Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.
Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.
Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. MacLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr, y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo, indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.
Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.
No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la "inteligencia artificial" que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado "la mejor y más grande biblioteca del mundo"? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?
No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: "Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos". Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para "informarse". Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: "Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros".
Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer Guerra y Paz o El Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la Red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?
La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce "la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos". En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.
Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que -para qué engañarnos- no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la "inteligencia artificial" es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.
Mario Vargas Llosa (Escritor peruano. Premio Nobel de Literatura 2010)
"El País" (España)
31/07/2011

20 jul 2011

¿Lecturas que imposibilitan?

‎"¡Leer es algo terrible! (...) A la mañana, en el tranvía, se ven con claridad los estragos que los escritores producen en nosotros; cómo nos obligan a aceptar sus reflexiones". No coincido. Estoy en las antípodas de la expresión. Cada lectura -trascendente o banal, obligada o voluntaria- siempre coadyuvó a mi crecimiento integral y al despliegue de mi pensamiento crítico, lo haya advertido en ese mismo momento o no.

15 jun 2011

Lo que más importa es qué se hace en el aula.

El ranking que mide indisciplina, publicado la semana pasada, brinda la posibilidad de múltiples análisis, en especial si nos adentramos en sus cruces. Frente a la infografía que compara indisciplina y conocimiento, el caso de Finlandia es el que más llama la atención:
últimos lugares en buen comportamiento y primeros lugares en conocimiento.
Es cierto que también hay cruces donde se da la supuesta lógica (a más disciplina, más saber), pero es de la lógica donde casi siempre hay que desconfiar: pensar es un ejercicio de desarticular obviedades y por eso, casi como una presencia extraña, casi como un llamado que nos descoloca de lo uniforme, el caso finlandés nos exigeretornar a la pregunta por el sentido mismo de la educación: ¿para qué? Se puede pensar a la educación como disciplinamiento. En este caso la relación con el saber seguiría dos líneas complementarias, ya que así como por un lado se potencia más la disciplina que el conocimiento (la idea de la escuela como guardería), al mismo tiempo se disciplina al conocimiento , promoviendo programas de estudios que cuajan en las necesidades profesionales del sistema vigente. Así, priorizamos el buen comportamiento sin reflexionar críticamente tanto sobre qué tipo de saber hay que enseñar, como sobre cuál tiene que ser el comportamiento de un alumno en el aula: siempre recuerdo a una autoridad escolar que me clamaba “no importa lo que hagas en el aula, pero que estén sentados”.
Pero el discurso del orden siempre es a todo y nada.
Lo opuesto a la educación como disciplinamiento no es el caos donde reina la anomia. El relato del caos educativo, -con alumnos tirándose tizas abstraídos en sus auriculares, mientras unos desahuciados maestros intentan infructuosamente poner orden- es más bien una narración que resulta funcional al discurso de la disciplina. Pero la apuesta pasa por otro lado . Volviendo al ejemplo anterior: no se trata de no estar sentados, sino de entender que lo que importa, en realidad, es qué se hace en el aula.
O volviendo al ranking, se trata de salirse de las causalidades unilaterales , ya que de lo contrario habría que afirmar que ha sido la indisciplina en las aulas finlandesas, la que posibilitó su éxito en la escala del conocimiento. Y por ello mismo cabría también sostener irónicamente, su opuesto: ¿y si fue la excelencia en el conocimiento, la causa de la indisciplina? Sócrates, maestro que inspiraba al ejercicio de un pensamiento crítico y libre, daba clases caminando, paseando por Atenas. ¿Cómo lo mediría el ranking? Hay muchas aulas alrededor del mundo donde algún maestro da clases a chicos de diferentes edades todos juntos en un espacio medio destruido , donde tienen que sentarse encimados en tablones rotos y no cuentan obviamente con los útiles correspondientes, buscando en el docente un abrazo, un poco de cariño, algo de amor. ¿Cuánto mide esta indisciplina? Se puede pensar a la educación desde otra perspectiva, repensando su para qué. Se podría pensar que un aula antes que nada es un encuentro creativo donde docentes y alumnos buscan conectarse, reinventarse, ejercitar el cuestionamiento, abrir la pregunta, transformar el mundo. Algo que ningún ranking puede medir.
Darío Sztajnzrajber (Docente de Filosofía de la UBA y la FLACSO) / "Clarín" (Junio 2011).

20 may 2011

Ver/Ser Visto/Hacerse ver.

Séraphine, una delicada película del tipo biografías de artistas de un para mí desconocido Martin Provost, sigue una historia real tal cual, con nombres y apellidos y funciones que parecen extraídas de biografías canónicas. Wilhelm Uhde, un galerista y crítico de arte alemán que pasó a la historia como descubridor de talentos salvajes, a los que denomina “primitivos modernos”, intenta descansar en una casa alquilada cerca de París, hacia 1912. Está solo, escribe junto a ventana que da a un jardín, se levanta, toma una taza de té, parece melancólico, aunque sus movimientos son suavemente aristocráticos, su francés impecable. Con sorpresa, descubre que en la cocina una mujer con aspecto de campesina está haciendo algo, tan vago como lo suele pedir el cine; se sorprende, se sobresalta, la interroga con dureza, ella se explica torpemente y él termina por aceptar que esté allí, perturbando su silencio.
Antes, nos fue presentada caminando con cierta torpeza rumbo a una iglesia, o va descalza o usa unos zapatones rudimentarios y todo en ella rezuma elementalidad pero no resistencia al trabajo: de rodillas pule pisos, corre, mira con devoción a una Virgen en la iglesia y, sin que sepamos todavía por qué, roba un poco de cera de los cirios, en un frasco recoge sangre de una carne en la carnicería, junta flores que trae en una canasta, su figura, grotesca, es conocida en el pueblo. En soledad, pone todas esas cosas en un mortero o algo semejante, las macera y, luego, con todo eso, pinta.
Nadie da dos centavos por ella: es una sirvienta. Mientras sirve la mesa, la dueña de la casa que alquila Uhde le pregunta, porque le han dicho que lo hace, rudamente por sus pinturas y le ordena que le traiga alguna; lo hace y, cuando esa señora ve esas manzanas pintadas, le ordena que siga limpiando porque ésas no son manzanas, son deformes, parecen más bien ciruelas o lo que sea pero no pintura de verdad, tal como lo declara, tirando ese cuadro a un rincón, en una cena que parece extraída de un pasaje de Marcel Proust. Uhde, el inquilino, ha sido invitado, pero incómodo, molesto con lo que escucha, se levanta para irse, saluda, pero, al girar, ve el cuadro en el rincón; lo recoge, lo mira y le dice a quien lo tiró, “se lo compro”.
Esta escena es fundamental para la historia: Uhde “ve” lo que los demás no, incluso lo que la propia Séraphine no ve. Se diría que con su mirada la descubre, que descubre su valor, pero más que eso, en realidad le confiere existencia. A partir de ahí la ruda campesina no sólo va mostrando lo que es capaz de pinta, sino que va cobrando conciencia de que eso es arte y que vale mucho. Sin embargo, el colapso la espera, su no saber, que le permite ser insólitamente original, una “primitiva moderna”, termina por quebrarla y de arte paranoico pasa a la paranoia lisa y llana, ya, en esta instancia, nadie la ve, los efectos de la primera mirada desaparecen y con ello el arte mismo.
Este planteo no es ciertamente nuevo, hay mucha literatura sobre el particular referida a situaciones artísticas y literarias; relatos de padecimientos muy grandes en pintores que llegaron a ser famosos gracias a que alguien, pronto o tarde, los miró (Van Gogh es un ejemplo preclaro, pero hay muchos más), o en escritores a quienes sólo después de muertos se los miró y, siguiendo lo que hizo Uhde con Séraphine Louis, se les dio existencia. Pero, entre tanto, y porque muchos no tienen la paciencia suficiente como para esperar a que se los mire después de muertos, el no ser mirados suscita toda clase de sentimientos, la mayor parte de ellos depresivos, o rencorosos o, si actúa una filosofía algo oriental, indiferencia.
De lo cual se puede inferir que hay dos temas: ¿quiénes son aquellos cuyas miradas tienen ese efecto vivificante tan humanamente deseado?, es el primero: no se sabe ni hay nada predeterminado en ese particular, aunque me atrevería a decir que debe haber posiciones significativas; una de ellas es la de la madre, qué pasa si ella no mira. O la del anciano de la tribu, pero en materia literaria que un escritor consagrado, cuya mirada objetivamente tiene valor, mire a otro escritor que la busca no garantiza que lo haga existir. En suma, se diría que hay miradas necesarias, dueñas de un misterioso poder para conferir la anhelada y, casi siempre, justificada existencia. Y hay otras que carecen de tal poder.
Además, bien puede ocurrir también que se produzcan efectivamente miradas, pero que porque sólo están dotadas de un poder relativo terminen por ser superficiales o convencionales. Así, en el campo literario puede haber crítica o comentarios a una obra, pero eso no garantiza esa fugitiva transformación, la acción se disipa, lo que esa mirada vio se pierde y lo que deja es un estado de decepción o bien de reafirmación, muchas veces justificada, otras grotesca y puramente arrogante: son incesantes los relatos de escritores que van de editorial en editorial con su escrito bajo el brazo y ¡nada!, hasta que alguien con poder visual hace que logre existencia. Gide no miró la obra de Proust, pero Proust no se desalentó; el último que la miró la hizo existir parece que para siempre; J. K. Rowling peregrinó con su Harry Potter y ya se ve lo que pasó. Rulfo tuvo suerte de entrada y lo seguimos mirando. Como a Séraphine Louis.
Desde luego que fuera de esas privilegiadas situaciones el asunto, en la vida corriente, es el mismo, las expresiones sobre esa situación han de ser infinitas, tantas como los deseos de reconocimiento existencial que persiguen como fantasmas insomnes a los seres humanos.
El segundo tema, para nada insignificante, tiene que ver con los modos en que se reciben las miradas, y su variante, el comportamiento de quienes no las reciben. Séraphine Louis vivía sin que la miraran y eso no le parecía anómalo; cuando la miran tarda en advertir las consecuencias que se desencadenan; otros, en cambio, viven la mirada de la que son objeto como algo natural, propio, algo que no puede ser de otro modo, pero ese aspecto, con tener a veces ribetes dramáticos o grotescos, es menos inquietante que el de quienes la desean pero no la obtienen cuando más la necesitan. Intentan, angustiosamente, “hacerse ver”, de diverso modo: despliegan tácticas de acecho, asedian a editores y a críticos periodísticos, no faltan a ningún acontecimiento en el que se supone que hay quienes pueden mirar y ver, multiplican las solicitudes, piden la palabra en las reuniones públicas, a veces lanzan petardos de diferente tipo, el hacerse ver deviene en muchos casos una pasión de mayor intensidad que la obra por la que quieren que se los vea o el talento que desean que se reconozca. A veces resulta, y en ese caso la duración de la existencia así lograda dependerá de la validez o la importancia de aquello por lo que han bregado: sé de escritores que fatigan las redacciones para pedir reseñas, entrevistas o lo que sea y terminan por obtenerlas; sé de escritores que exigen viajes y premios y los consiguen; sé de pintores que arrastran a curadores y galeristas para que vean sus obras y lo obtienen. Pero la mayor parte de las veces no; es muy posible que muy pocos admitan que después de intentar semejante prueba de existencia nada han obtenido, no es fácil reconocer que queda un resto amargo de tan arduas tentativas.
En otros campos, el hacerse ver tiene por supuesto otro sentido: un guerrillero, o un aspirante a político, no pueden no intentarlo, los métodos varían, el objetivo es el mismo. Un sector postergado de la población, del que nadie habla y al que nadie mira en su drama, de pronto imagina que ocupando un terreno, haciendo un piquete, cerrando una calle se hará ver y, como consecuencia, será mirado y su existencia comenzará a concretarse, habiendo estado previamente en una situación irreal, los villeros ahí, pero nadie se ocupa, nadie acude, nadie arregla nada. Un impulso semejante, pero de un signo aberrante, puede reconocerse en un psicótico; su clamor previo no era escuchado, basta que tome un arma, tome algunos rehenes, llame a la televisión y/o mate a unos cuantos o a sí mismo, para que se caiga en la cuenta de que había ahí un problema.
Entre la mirada que descubre y otorga existencia y las miradas que no se producen y dejan en la inexistencia a los que las necesitarían se tiende un arco de figuras posibles; lo que las une a todas es la categoría superior de “reconocimiento”, sin el cual, en términos absolutos, la vida pierde el escaso sentido que tiene. No es extraño, por lo tanto, que se la estime cuando se produce, y con ella una exaltación del yo, y que se sufra cuando no, y con esa falta una negación del yo. Tampoco es una hipótesis demasiado arriesgada pensar que la vida social entera, en sus diferentes estratos, se mueve en virtud de esa dialéctica cuyos términos, en el fondo, son la verificación de la existencia y la dificultad para obtenerla.
Noé Jitrik
PAGINA/12
20 de Mayo de 2011

29 abr 2011

Los Nadies (Audio, poster y texto).


Mientras escribo estas breves líneas, escucho la canción de Silvio Rodriguez: "La era está pariendo un corazón", en la (conmovedora, por lo menos para mí) versión de Cristina Fernández/Washington Carrasco.
En la década de 1970, cuando era adolescente -en una época de Argentina (otra más) políticamente bastante destemplada y con muchos interrogantes económicos, en un contexto mundial muy convulsionado y de distintas búsquedas-, leía con fruición la revista "Crisis" donde, entre otros intelectuales, participaba el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Duró relativamente poco ese proyecto editorial. Era peligroso promover la observación, el pensamiento crítico, el debate.
En este marco, me (re)encontré hace cierto tiempo con su texto "Los Nadies" y decidimos compartirlo con los oyentes del programa de radio que en ese momento tenía nuestra ONG ("Asuntos de Familia") en la FM 102.3...
"Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata".

Esta línea de sensaciones/pensamientos/imágenes me vuelve a confrontar con la projimidad... y surgen otra vez ciertos interrogantes para plantear-me y plantear-te:
-¿Qué políticas públicas diseñan/ejecutan los Estados de la región para proveer contextos más idóneos a los fines que todos/todas vivamos con dignidad?
-¿Qué modo de percibir y (re)pensar la realidad nos proponen los medios de comunicación?
-¿Qué voz ética levantan las iglesias para advertir de tantas situaciones de oprobio que deterioran a las personas y les invalidan la posibilidad de crecer integralmente?
-¿Reconocemos que en nuestro derredor hay muchos "Nadies" que necesitan de nosotros?
"Debo dejar la casa y el sillón... por cualquier hombre del mundo", repite la canción precitada. Es así. Inmediatamente.
Bendiciones.


2 abr 2011

"Juan López y John Ward" (poema de Jorge L. Borges, 1985).


Ese 2 de Abril estaba en la ciudad de La Plata, preparando mi inminente casamiento y observaba silenciosamente la exaltación del Gobierno militar, la población y el periodismo por la ocupación de las olvidadas Islas Malvinas. Las consecuencias de esa veleidosa estupidez geopolítica consistió en cientos de muertos (y, todavía, ex-combatientes estigmatizados) y la pronta terminación de la dictadura en 1983. En este contexto, siempre me agradó leer y debatir con mis alumnos el poema de J. L. Borges...
"Les tocó en suerte una época extraña. 
El planeta había sido parcelado en
distintos países, cada uno provisto de lealtades,
de queridas memorias, de un pasado
sin duda heroico, de derechos, de agravios,
de una mitología peculiar, de próceres de
bronce, de aniversarios, de demagogos y de 
símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos,
auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al
río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad
por la que caminó Father Brown.
Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que
le había sido revelado en un aula 
de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron 
una sola vez cara a cara, en unas 
islas demasiado famosas, y cada 
uno de los dos fue Caín,
y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve 
y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en 
un tiempo que no podemos entender". 

9 mar 2011

Entrevistas y video-entrevistas con la ONG "Asuntos de Familia".

Amigos, consiervos y colegas:
Como Uds. saben el Centro de Asesoramiento Familiar (CAF) de nuestra ONG "Asuntos de Familia" es un ámbito abierto a la comunidad, desde 1997, donde el equipo multidisciplinario que lo integra provee a los entrevistados (personas de distintos credos, situación socioeconómica, niveles educativos, etc.) recursos que les posibiliten dar respuestas satisfactorias a los múltiples dilemas (incluidos en una Pastoral Familiar) por los que atravesamos todos y todas en este siglo 21.
Quienes viven en la ciudad de Mar del Plata, Argentina y zona (Batán, Santa Clara del Mar, Villa Gesell, Tandil, Miramar, Mar de Ajó, Necochea, Balcarce, etc.) se comunican con nosotros y convenimos una cita para el diálogo presencial.
Advertimos también -por la cantidad de consultas que privadamente nos llegan de distintos países- la necesidad de establecer simultáneamente un mecanismo que posibilite, no obstante las distancias territoriales, el encuentro lo más directo y enriquecedor posible.
Así, entonces, invitamos a las personas que decidan estar comunicándose (en modalidad video-entrevista, por el sistema skype -clave: "asuntosdefamilia"-) se contacten con nuestra ONG y podamos establecer el momento para entablar esa conversación virtual.
Algunos de los temas que consideramos incluidos -intra y extramuros- en la Pastoral Familiar y que constituyen motivo de consulta en los dos modos precitados (entrevistas y video-entrevistas) son: Matrimonio. Embarazo adolescente. Padres- Hijos. Sexualidad. Discriminación. Comunicación en la "iglesia doméstica". Resolución de litigios. Violencia doméstica. Adicciones. Etc.
Estamos a su servicio. Mientras lidiamos con nuestras propias crisis, podemos caminar junto a Uds. en su camino a Emaús...
Soli Deo Gloria.

Artículo en el diario "La Capital" en el "Día internacional de la mujer" (2011).

14 feb 2011

En 2011-2012… Nuestra ONG "Asuntos de Familia", en su ciudad-país.

Amigos, consiervos y colegas:
En 2011-2012 podemos visitar su ciudad-país y (co)participar de los eventos que -en el marco de la Pastoral Familiar- estime pertinente para su escuela, iglesia, medio de comunicación...
Nuestra ONG "Asuntos de Familia" está a su disposición para explorar esta posibilidad -y los distintos aspectos que conlleva-, si la considera interesante y valiosa.
Entre los eventos, resulta posible mencionar:
* Talleres para adolescentes, matrimonios, padres.
* Encuentros para novios, matrimonios.
* Exposiciones bíblico-teológica y de aspectos de interés para la comunidad.
* Presentaciones en radio, tv.
* Workshops de capacitación y entrenamiento para líderes.
* Entrevistas individuales con personas en situación de crisis.
* Etc.
Algunos de los temas que consideramos incluidos -intra y extramuros- en la Pastoral Familiar y que procuramos visibilizar y debatir cada vez que podemos:
* Matrimonio.
* Padres-Hijos.
* Sexualidad.
* Políticas públicas.
* Medio ambiente.
* Discriminación.
* Comunicación en la "iglesia doméstica".
* Resolución de litigios.
* Trata de personas.
* Violencia doméstica.
* Tercera edad.
* Migraciones.
* Fe y cultura.
* Adicciones.
* Tecnología.
* Etc.
Equipo docente:
* Esp. Virginia E. Acuña (Pedagoga. Psicoterapeuta. Ex Directora de Eirene Argentina. Funcionaria pública de educación. Expositora)
* Dr. Esteban Echeverría Cabezas (Educador. Abogado. Comunicador social. Coordinador de la ONG "Asuntos de Familia". Expositor).
Hay diversas opciones para comunicarnos privadamente (Email. Teléfono. Fax. Skype. Chat) y conversar respecto de esta posibilidad de servir juntos en el Reino y la comunidad.
Les decimos con palabras y sentimientos próximos a los del Apóstol Juan: "A quienes amamos en la verdad. Deseamos que sean prosperados y que tengan salud (integralmente). Tenemos muchas cosas para expresarles, pero no queremos escribírselas virtualmente, porque esperamos verlos en breve y dialogar cara a cara ¡Que la paz de Dios sea con todos y todas ustedes!".

1 feb 2011

Ciclo de cultura en "La Bodeguita" (2008-2009).


Nuestra ONG "Asuntos de Familia" promovió esta modalidad de servicio para el encuentro y el diálogo. En él se abordaron, en el período 2007-2008, interdisciplinariamente y desde las diferentes perspectivas que coexisten en la sociedad, distintos aspectos que atraviesan a las "iglesias domésticas". En este marco, los invitados (docentes, funcionarios, profesionales, etc.) eran convocados para abrir un diálogo que nos permitió ampliar horizontes hacia la salud integral y la plenitud de todos y todas. Es entonces, como en el contexto social de los fluidos ritmos y modos actuales, se proponía este espacio de reflexión y construcción colectiva, atender a las necesidades que se presentaban en el devenir cotidiano. Estas charlas -moderadas por la Esp. Virginia E. Acuña- se realizaron en el ambiente informal y cálido del café-bar cubano “La Bodeguita” (en la ciudad de Mar del Plata, Argentina). Temas: “Discriminación y prácticas pedagógicas” / “Los riesgos de la obesidad en la niñez y adolescencia” / “Familias sin violencia” / “¿Qué hacemos con nuestros ancianos?” / “La importancia de la filiación y los lazos familiares” / “El aporte de la genética a los dilemas de familia” / “Persona y pareja. La construcción de lo común” / “Internet, nuevos modos de comunicación y familia” / “Nuevas culturas juveniles”. Expositores: Lic. Adriana M. Giaquinta / Lic. Mariela Castello / Dr. Esteban Echeverría Cabezas / Dr. Nazareno Di Giovanni / Dra. Lucía Rodríguez Fanelli / Esp. Celia Iudica / Lic. María Marta Mainetti / Prof. Carlos M. Barri.

8 ene 2011

La cruzada de la educación.

En un aula lejana, un profesor se cansó. Se cansó de que sus alum nos durmieran en clase. Y decidió salir de su propio sueño aburrido para despertarlos. Y apagó entonces la luz. Y se hizo una nueva luz. La luz de la tecnología. Promovió Internet en las aulas. Y entendió cómo una buena película puede servir para dar una clase. Y solicitó a las autoridades que instalaran un DVD y un cañón. Que lo hicieron gustosas. Y su escuela fue creciendo en los ra nkings, y en la reputación pública: por su Wi-Fi ilimitado, sus pantallas gigantes y sus infinitos recursos electrónicos. Y, lo más importante, la posibilidad de que los alumnos pudieran conectar sus laptops en clase. Así podrían bajar en el acto el caso que el profesor citara, conseguir la ley relevante, leer la biografía del intelectual ilustrado por el profesor, mirar el mapa en cuestión, informar sobre la temperatura en Antártica y consultar Wikipedia. En un aula lejana, un alumno se cansó. Se cansó de la tecnología de su profesor. Y aprovechó para su provecho la tecnología puesta a su disposición para otra cosa. E ignoró al profesor, que mientras tanto seguía, feliz, mirando la pantalla principal. Y el alumno miró la pantalla de su propia laptop , y encontró otras películas, su correo electrónico, YouTube, Twitter, Facebook y su diario favorito; y otras muchas cosas que le dio vergüenza mirar en clase; por si el compañero de atrás... Y cada tanto, con sofisticada cortesía, miraba a su profesor por encima del monitor de su laptop , justo cuando el profesor volteaba su mirada de la pantalla principal hacia los alumnos. Y el Ministerio de Educación celebraba muy contento, porque ahora tenemos Internet en las Aulas y estamos en el Primer Mundo. Y Bill Gates celebraba; y por una vez brindaba con Steve Jobs; y el magnate Nicholas Negroponte, que regala computadoras a todo el mundo, incluida la Argentina. En un aula cercana, un profesor se dio cuenta. Se dio cuenta de la cruda verdad. Fue un día perverso en que una alumna se le acercó después de clase (ella había mirado un capítulo de Friends durante esa clase, pero eso él no lo sospechaba todavía). Y le pidió, con sonrisa radiante, al profesor, si le podía prestar los hermosos slides que ella no había mirado durante la clase (pero eso no se lo confesó). Para poder repasar para el examen, le explicó. Y el profesor entró en pánico. Mis derechos de autor, pensó; qué dirán los alumnos en las malditas encuestas si me niego, pensó. Y con otra sonrisa radiante, y tan falsa, entregó sus slides, que rápidamente llegaron al resto de los compañeros, agradecidos ahora al profesor que les facilitaba seguir aprovechando las nuevas tecnologías disponibles en el aula. Hasta que un día el profesor regresó; y, como era en el principio, miró a los alumnos a los ojos; y les habló verdades, con voz seductora; y se empezó a convertir en un maestro como ese al que le pasaba cuando enseñaba en la sinagoga, que "todos los ojos estaban fijos en El". Y, de a poco y con esfuerzo, los alumnos se convirtieron, primero, en estudiantes y, algunos, con el tiempo, en discípulos. Y volvió la paz a las aulas, y empezó una nueva guerra: la única que vale la pena: la de la Educación. 

Dr. Santiago Legarre 
(Docente de la UCA. Investigador del Conicet)
La Nación (2011)