En una línea del tiempo que nos permita mirar retrospectiva y caleidoscópicamente lo pasado, podriamos reconocer diversas utopías. En este momento recuerdo las de Platón, Tomás Moro, Martin Luther King.
Es posible pensar, y construir junto con otros y otras obviamente, un mundo distinto... Sin violencia y discriminación. Reinvindicando la ternura y la tolerancia a la diversidad. Sin prisas estúpidas. Consumiendo con inteligencia y mesura. Con responsabilidad social. Con transparencia en la política y los negocios. Cuidando nuestras personas (integralmente), y sus respectivos entornos, y al prójimo como a nosotros mismos. Sin individualismo y vanidad. Despojados de caretas. Focalizados en la esperanza. Es posible.
Inicialmente, deberíamos observar-nos y preguntar-nos: ¿Qué aspectos debo deconstruir todavía en mi propia vida y cuáles debo propiciar para convertirme en un promotor intenso y vivencial de esos escenarios, sin discursos vacíos ni dobleces?
Además, estoy persuadido que los que somos cristianos debemos dar una respuesta -cierta, pronta, precisa- al mandato ético que Dios incluye en los Evangelios.
Es posible, sí. Aunque lo que imaginemos no sea exactamente igual que lo que imaginen los otros (incluido J. Lennon).