17 oct 2010

Familias como "iglesias domésticas".

En mi biblioteca tengo tres libros de Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), incluidas sus cartas desde el cautiverio ilegal en un campo de concentración nazi. A veces, los (re)leo con fruición. En cierta oportunidad expresó que "una iglesia es una iglesia, cuando existe para aquellos que no pertenecen a ella...".
Es cierto. Eso es responsabilidad ética en los complejos y hostiles contextos que vive la sociedad. Es compasión por los andrajosos. Es ternura por los necesitados.
Entonces ¿por qué se concibe y gestiona lo eclesial exacerbadamente intramuros? Observo (en distintas congregaciones de diferentes denominaciones y ciudades) muchos discursos vacíos e incongruentes; y un excesivo énfasis en estructuras, programas, liturgias.
Paradójicamente, al contrario del teólogo luterano alemán, que vivió y murió por la coherencia de su relación espiritual con Dios, de su prédica, de sus escritos, del estilo de su servicio, de sus decisiones.
Hay interesantes textos de destacados pensadores cristianos (Padilla, Atiencia, Guerrero, Sanchez Cetina, Maldonado) que sostienen que es necesario desacralizar el templo como centro de nuestra fe y profundizar la importancia de concebir a las familias como "iglesias domésticas", como espacios que promueven el crecimiento integral de todos sus integrantes (sin distinción de edades, roles y género).
La suya, apreciado líder (pastoral o laico) ¿es una "iglesia doméstica"?