31 jul 2010

¿Nos reímos de las groserías y nos avergonzamos de la santidad?


Estaremos todos (o la mayoría) de acuerdo que uno de los temas más controvertidos, difícil de verbalizar, y donde se confunden mitos y enseñanzas contradictorias, es la sexualidad. El discurso de la iglesia no ha contribuído históricamente a iluminar tanta oscuridad; por el contrario, muchas veces confundió a las personas y demonizó lo creado por Dios.
Hace varios meses apareció esta grosera imagen en el suplemento "No" del diario "Página 12", en Argentina. En su interior, la nota desarrolla una realidad ampliamente extendida entre pibes de distintos sectores sociales, naturalizando así relaciones sexuales que debieran estar reservadas para el matrimonio.
Es interesante observar no solo lo que hacemos, sino también lo que pensamos y decimos (las vulgaridades, las expresiones pícaras con dobleces, etc.). Todo hace, o no, a la santidad que Dios requiere de cada uno de nosotros. ¿Se conversan estos asuntos en las familias que integramos? ¿Se abordan estas cuestiones en las instituciones educativas? ¿Se debaten estos temas en las comunidades eclesiales?
En una cultura tan individualista y hedonista como la que vivimos, la ONG "Asuntos de Familia" quisiera construir junto con miles de adolescentes y jóvenes cristianos de todo el continente una contracultura que se sostenga en el amor y la fidelidad al pacto (con Dios y con nuestros amados).
En todos los escenarios que recorremos, cada día, hay que visibilizar estas convicciones... ¿O nos avergüenza adherir integralmente a los valores éticos del cristianismo, como nos instan los Evangelios?